28 agosto 2012

Poesía - Cristina B. Monte

El mar

El mar, insondable y majestuoso,
Coronado de blancos penachos
Que besan las ardientes
Y doradas arenas de la playa,
Con caricias suaves,
Egoístas, prometedoras.

El cielo, hermosamente misterioso.
Siempre tan cerca
Y siempre tan lejos.
Y el sol grande,
Tan grande como siempre,
Rompiendo la armonía del azul.
Al cual no puedo mirar
Y sólo percibo en mi piel.

Mis pies desnudos
Corren hacia los médanos del tiempo
Buscando la frescura de los recuerdos,
La dulzura de un beso perdido
En los rincones del sentimiento.

Al extenderse mi cuerpo
Bajo las sombras del miedo
Se escucha en el aire
Un grito en silencio.
Y al apagarse el eco
De mi voz incolora
Sólo escucho del inmenso mar
El lamento.

Mis lágrimas se fundieron
En el mar inmenso,
Insondable, majestuoso.
Miré al cielo aterrada
Por su hermoso misterio.
Quise tomar el sol
Con mis manos
Y llevarlo a mi lado eternamente.

Pedí ayuda a los ángeles,
Quizás al infierno.
Nadie vino. Estaba sola.
Sola... con mi miedo.

Cristina Beatriz Monte



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